Milagros Qiu Carretero Donaire, Sara Céspedes Camacho, Sheila García Dorado, Juan David García Pérez y Hassan Baruj Mourad Rimer.
7 de abril de 2022.

Los desechos son un tipo de residuos peligrosos que pueden afectar a la fauna, a la flora y a la salud del ser humano. Provienen mayoritariamente del sector industrial.
Las características más importantes de éstos son: pueden acelerar la proliferación de bacterias, pueden alcanzar lugares muy lejanos a su punto de origen y tardan varios años en desintegrarse.
Cuando hablamos de tóxicos ambientales solemos imaginar humos y gases, pero la realidad es que podemos encontrarlos en las aguas y en la tierra y se transmiten por la cadena trófica hasta llegar al hombre.
Algunas de sus posibles clasificaciones son:
Por su estado físico (sólido, líquido o gaseoso), por el órgano al que atacan (hígado, riñones..), por su potencial tóxico, por sus efectos específicos o por su constitución química.
Los efectos que producen en la salud dependen de las dosis, del tiempo de exposición y de otros factores específicos de cada individuo, ya que no todo el mundo reacciona de la misma forma ante estas sustancias tóxicas.
En la actualidad, la mayor parte de la población mundial está expuesta a altos niveles de tóxicos ambientales. En 2013, la OMS clasificó el aire contaminado como un cancerígeno humano. Además, el crecimiento de las llamadas enfermedades ambientales emergentes, como la Sensibilidad Química Múltiple (SQM), ha hecho que salten las alarmas sanitarias, ya que se puede superar cualquier previsión establecida.
Los principales compuestos que presentan elevada toxicidad son: el formaldehido (HCHO), material particulado, el CO2, el NO2, SO2 y el ozono (O3).

La contaminación del agua producida por el hombre es provocada por el vertido de sustancias tóxicas, arrojadas a las aguas. Entre estas sustancias se encuentran los plaguicidas, fertilizantes químicos, hidrocarburos, vertidos de petróleo, aguas residuales, fármacos arrojados por el inodoro, detergentes, plásticos y otros desechos sólidos que acaban siendo ingeridos por pequeños organismos marinos y se introducen en la cadena alimentaria. El aumento de la temperatura global, incrementa la contaminación de las aguas ya que provoca la muerte de animales por la falta de oxígeno en éstas. Los excesos de estas sustancias en el mar pueden provocar un crecimiento masivo de algas que consumen el oxígeno del agua, generando zonas en las que no puede haber vida marina o apenas existe. Ya se han descubierto más de 400 zonas muertas con estas características por todo el Planeta.
El plástico inunda los océanos, procedente de más de 1000 ríos de todo el mundo. En el Mar Mediterráneo, el 95 % de los residuos encontrados, son plásticos. Los animales marinos pueden asfixiarse con los plásticos tirados al mar, provocando así su muerte.
En el 2021 se ha impulsado un tratado internacional para intentar frenar el vertido masivo de plásticos al mar y más de 100 países apoyaron este proyecto, aunque la base de este problema se puede corregir con un cambio en la fabricación, uso y la forma de desechar los plásticos.
Actualmente, el índice de reciclaje en el mundo es de un 25%, por lo que la mayoría de desechos terminan en el mar.
¿Qué podemos hacer?
Podemos evitar la contaminación reduciendo el máximo uso de plaguicidas y otros contaminantes químicos, reduciendo las emisiones del CO2, frenando el uso abusivo del plástico y educar para su correcta gestión, tratando las aguas residuales lo máximo posible y frenando la deforestación sin control. Cuidar las playas y beber menos agua embotellada, también ayuda ya que, la mayoría de estas botellas van directas al mar, y pueden llegar a tardar hasta 450 años en descomponerse.